sábado, 16 de mayo de 2009

Miniretrato en negro y gris


Miro cómo el reflejo pintado en amarillo va abriéndose paso entre el negror de la mar tendida hacia la aurora. Es la vía de los sin regreso, del bajel navegador, roto en ayeres desafinados por tormentas inconclusas. Filibusteros del corazón jugando al abordaje. Peters Pans sin Garfio ni Cocodrilo.
(Añoranzas náufragas destiladas hacia el horizonte gris de lo irreversible).
Mientras, la Loca de los gatos, pasea por Santa Catalina su pescado yerto de tiempo y forma, fantasma inapetente de nuevas estaciones, y vislumbra allá en la distancia el velamen descolgado de la mayor, ajustado al maullido lenitivo de tantas horas rojas. La torre derruida tapa, por un instante, mi visión en fuga del astroso satélite. Desaliento de lo frecuentado. Prodigada faz sobeteada por tantos loros de lo igual. Y proyecto sin ver hacia la línea de hueros pensamientos…
La lasitud que me produce el siempre contemplar una mar sin piratas, reempuja mi espíritu a las regiones del No Volverás. Es hora de inventar que surja el día. Ajeno y repetido cuadro cursi que los rapsodas, en equilibrio inestable sobre bambalinas cerebrales que apenas se tienen en pie, no se cansan de reinventar.

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