jueves, 14 de mayo de 2009

Sicofonías del corazón


Hoy es domingo, nuestro primer día,

y vienes revestida de calcetines, blanco infantil sobre tobillos plenos de promesas. Te acercas a mí, nuevo descubrimiento de tu mente en la núbil imaginación de ser mujer, y dejas volar la luz sobre el tejado, y entre risas (te sabes niña audaz, comprometida con tus confusos sueños ribeteados de azules), refulges al viento junto a los macizos del parque, abiertos a tu infinita curiosidad.

Cuando miras hacia mí, (anuncios de primavera adelantada orlan tus mejillas), confundido, me siento incapaz de hacer volar el sonido de tu nombre y retrocedo la esperanza al pensarme captar el desilusionante hastío en tus ojos (pájaros muertos de soledad destrinan desde la rama deshojada de amor) Enseguida, sin tiempo para enmendarme, la noche manda emerger a la mensajera del retorno a casa.
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Inconvenientes de sólo quince años.

Soñaré contigo; es mi derecho.

Resbalaré tu vientre por mi imaginación.

Poseeré tus labios hasta agotarlos.

Desesperaré tu grito.

Llenaré de manos mi noche.



Cuando el do del pentagrama hace volar de mi horizonte los recuerdos, tímidos y pequeños como nosotros, suaves recuerdos de algodón y canela, y una suave nota la se instala en la contundente y asintónica música del “mañana no estarás” (quizás sea mi misma ausencia la que remarque el tiempo de no vernos), siento diluirse -estrellas hechas añicos- la quemazón de mi sangre al cruzarse con tu voz, pregunto al tiempo su porqué y el tiempo me da largas, juega conmigo al esconder, entonces,
congelo en la retina tu saludo [a nuestro Mar de Otoño],

entonces,
necesito contemplarte entera,

entonces,
congrego en torno a mi silencio las horas que no han de transcurrir.

Y el Frío y lluvioso colegio, lejano de tu sombra.

Y la Añoranza de un hogar que diluyó la niebla.

Luces y sombras entremezclando el vaho de la ventana gris.

AUSENCIAS.
nada es sin querer, sólo protesta niña a una situación no esperada ni siquiera prevista
casto beso volador al aire
(para después),
que cruza entre los dos.

(¡Dios, cómo duele despedir la cercanía de tu aliento en mi mejilla!)
imágenes embadurnadas de clausuras púberes
madurez ralentizada evocadora de mañanas de sol
primarios escarceos del corazón en tono de fa sostenida.



Revolotean noticias en torno a ti (mi hermana no es explícita aunque si gráfica). Mientras mi imaginación te persigue, tu ausencia alarga la tarde, los estudios, los rezos. Tu recuerdo impide que las palabras puedan juntarse y adquieran contenido: cada cuenta del obligado rosario desgrana los días que faltan para Navidad y el sol cae sobre la tarde (frío copo de nieve sin abrir).

Tu recuerdo adormece palabras (lenta letanía, monocorde zumbido de la abeja en flor) y la im-paciencia (ora pro nobis)

Ciudad sin luz ni villancicos.

Campo de concentración para niños bien.

Reflejos en sepia y hielo.

Desangeladas sábanas de algodón.

Cama alienante e indeterminada.

Panderetas y zambombas bailando un vals.
(cuánto daría por hacer volar el tiempo).

Invierno desvelado.
(cuánto daría por hacer bailar el tiempo)

Otra vez tu imagen jugando al esconder.
¡Cuánto daría por hacernos transcurrir el tiempo!

los días que faltan caben entre mis pies y mis manos
el recuerdo de la eterna fila hacen inanes mis ganas de comer
(suspiro anochecido de nostalgia)

Cura sin prisas –también sin amor-


Destiñen auroras de poniente- norte. El mar, imprescindible presencia para llegar hasta ti, está, voy a su alcance. Mi cara se halla teñida de betún; el hollín se ríe de mí en el espejo, mientras por la ventanilla, abierta y olvidada, se cuela un rayo de luz y gravita en los espacios del pequeño departamento de tercera: madera y rejilla en el asiento. Es sábado, día del Señor, y rememoro otras Navidades, y aquel portal de niño mayor, y a los pastores (mi predilecto es el soplador de gachas), que año a año van señalándome el tiempo del vivir.
Me sobresalta el silbato de la locomotora: llegamos.

El viento frío y desconsolado no trae noticias de ti.

El puerto está vacío de presencias.
(¡no estás!)

Des-ojo mi rostro al intentar vislumbrarte.

Justifico mi impaciencia por la cortedad de la hora.

Sonrisas, besos, abrazos, de gente ajena a nosotros.

¡Puñetero teléfono insonoro!
(la línea da señal y ¡no estás!)

el día se ha vuelto gris.

Busco, -perdido el oriente-, tu mirar.
[Remuevo entre sombras y fantasmas para reencontrar al beso]
Intento recomponerte mía.
Olvido que estamos en diciembre.
Corro entre los modernos vericuetos llenos de anonimato.
Intento…

Y DE REPENTE

¡E s t á s!:

y un “hola” se agarra a nuestros labios.



El serpenteante tren va acercándose lentamente.
Nubes rasgadas de cielo azul desvaído se alinean en repetitivo anuncio:
destrozador de túneles encantados
descordado
entre los arcanos que habitan mi imaginación
(recomponme como tuyo).

Y el tiempo nos posee por entero.




Deslizo mi impaciencia por la barandilla de la escalera. Pongo cerco a las aceras que rodean tu casa.
(la calle se me hace interminable)

……………………………………Apareces
y permito a la indiferencia salir de paseo
mientras te adoro en silencio.

Tu dulce mohín, enternecedor de lobos sin Caperucitas, desarma mi voz.

Pero mi hermana no te ha dejado sola
y entre los tres:
película aburrida y vieja
y las nueve.

Ni el consuelo de tu aroma se dispersa entre mis manos.


Palomitas de maíz por las butacas.
Indiferencia de la pantalla en sepia.
Asombros (de mi alma al saberse compartida).
Dudas (de tus ganas de mí).
¡Preguntas sin respuesta!
La noche, sin ti, se me hace interminable

beso perdidos de robarse
vacías butacas
sueños desabridos
fiebre (de tus labios mojados)
deseo (de poseer tu cuerpo)

desengaños de mi esperanza

más arcanos bailan el danzón sobre la cama.

llena de vueltas y descansillos
de la escalera (contrasta con el suave resbalar del tiempo)
de la torre cercana (tartamudo carillón pasado de fecha)
del cacareo incongruente
(de mi alma al saberse compartida).
El reloj te retrasa un cuarto, y luego otro…



Chispitas y bengalas entre nubes de algodón pintadas en blanco- sucio, risas, caramelos y charanga desafinada (los Reyes despuntan por la esquina de los humos y los petardos).

tu mano se aficiona al roce de mis dedos y elige quedarse quieta

empujones se mezclan con niños boquiabiertos

tu espalda incrusta mi pecho hasta hacernos daño

papelillos de colores brotan por las aceras y serpentean las alcantarillas; el aire se llena de gritos infantiles y nerviosos, mientras tu cuerpo despega hacia las sombras de aquel portal y tira de mi brazo

puntillas bajo la falda
nervios por cosas de mayores
roce de tu piel en mis dedos
manos hacia el infinito
caricia de tu piel
ropa distinta y desconocida
prisas, prisas y más prisas surgidas de un pueden vernos
adolescente.
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Nuestros ojos se miran, mientras nuestras bocas buscan palabras en un diccionario diferente. Caminamos saboreando el instante repetible.
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reyes con carbón
cama desolada y muda
frustración que estalla en la noche de la ilusión
idéntica realidad a las demás

adiós a la ignorancia azul............................

1 comentario:

  1. Carlos,me ha gustado muchísimo. La adolescencia, etapa crucial e inolvidable en la existencia de las personas.
    Solo se decirte eso.

    Saludos

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